Al principio, la habitación del hotel en la que Serena decidió quedarse por la noche parecía modesta, solo una agradable parada en su viaje, hasta que encontró un conjunto de lencería azul lo cual la confundió.

¿Qué estaba haciendo esto aquí? ¿Acaso alguien lo había dejado aquí? Y lo más extraño: ¿Por qué quería probárselo?. Ella intentó colocar el conjunto en el lugar donde lo había encontrado, pero había algo en el que la atraía para que lo usara. Era un conjunto bastante bonito, pensó.

Ese impulso se hacia más fuerte cuanto más tiempo lo tenía en sus manos, hasta que la idea de usarlo la abrumó. Ella no lo entendía, pero ya no le importaba. Y finalmente, no dudó en quitarse toda su ropa y usar únicamente el conjunto de tres piezas.

Inmediatamente, sintió una nueva aura proveniente de la lencería. El sujetador se aferraba a su espalda y masajeaba suavemente sus pechos. Las mallas se ajustaban a la forma de sus piernas, por lo que era difícil quedarse quieta, aunque eso no parecía importarle. Las bragas se aferraron a su trasero y se frotaron contra su clítoris, haciéndola gemir suavemente.

Ella comenzó a sentirse mojada ahí abajo, más húmeda que el océano, que era el color que su nuevo atuendo le recordaba. Ella comenzó a sentirse tranquila y ...

Serena

Una vez que se dio cuenta de esto, todo lo que podía hacer era acostarse en la cama de la habitación del motel y experimentar un orgasmo. Sus jugos empaparon las bragas, dándoles un tono más oscuro, y aumentando su deseo de seguir usando el conjunto.

En este punto, ella dejó de preocuparse por el viaje del que estaba tomando este descanso. De hecho, ella lo había olvidado por completo. Todo en lo que podía pensar era en lo cómoda que estaba con este atuendo, y en el placer que le producía usarlo. Todo lo que le importaba a Serena era la serenidad.

Al principio, la habitación del hotel en la que Serena decidió quedarse por la noche parecía modesta, solo una agradable parada en su viaje, hasta que encontró un conjunto de lencería azul lo cual la confundió.

¿Qué estaba haciendo esto aquí? ¿Acaso alguien lo había dejado aquí? Y lo más extraño: ¿Por qué quería probárselo?. Ella intentó colocar el conjunto en el lugar donde lo había encontrado, pero había algo en el que la atraía para que lo usara. Era un conjunto bastante bonito, pensó.

Ese impulso se hacia más fuerte cuanto más tiempo lo tenía en sus manos, hasta que la idea de usarlo la abrumó. Ella no lo entendía, pero ya no le importaba. Y finalmente, no dudó en quitarse toda su ropa y usar únicamente el conjunto de tres piezas.

Inmediatamente, sintió una nueva aura proveniente de la lencería. El sujetador se aferraba a su espalda y masajeaba suavemente sus pechos. Las mallas se ajustaban a la forma de sus piernas, por lo que era difícil quedarse quieta, aunque eso no parecía importarle. Las bragas se aferraron a su trasero y se frotaron contra su clítoris, haciéndola gemir suavemente.

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